DOS NOCHES
Ya habían pasado dos meses, Brandis y Fargrim habían ingresado al cuerpo de exploradores de Bok, solo hacían vigilancia hacia el sur en los limites con el pantano cuyo nombre antiguamente era Guarida de ogros. Formaban parte de un grupo de 23 guardias exploradores, la mayoría humanos, un kender, dos Armachnesti y un Chaasi. No habían novedades fuera de pequeños grupos hobgoblin del norte que ya habían sido fácilmente dispersados.
En uno de los casuales encuentros con criaturas salvajes el enano estuvo a punto de recibir un golpe de gracia y pasar a mejor vida. Pero el elfo Chaasi, que conocieron se llamaba Belgos, salvo la vida del enano, desde entonces los tres comenzaron a andar mas juntos, a compartir su sed por el reconocimiento, su búsqueda de la gloria. Si, claro, estaban bastante lejos de ello.
El capitán del destacamento decidió tomar un grupo y llevarlo a revisar los rumores de una incursión ogra hacia el sur. Solo 5 elegidos. Entre ellos Brandis, Fargrim y Belgos. Los dos primeros días el guerrero humano estuvo muy callado, sentía algo en su interior que no lograba explicar. Y así llego la tercera noche, mientras viajaban por los pantanos del sur. No habían divisado nada hacia el atardecer, la luna amarillenta no salio como debería haberlo hecho. De por si eso era sorprendentemente extraño y mas aun cuando Brandis cayo inconsciente, de la nada, sin que nada pudiera despertarlo. Etheran, hijo del rey de Steimel, capitán de los exploradores de Bok, estaba pensando seriamente en ascender de nuevo y abandonar la exploración. Cuando ocurrió. El cuerpo de Brandis comenzó a alumbrar levemente y luego se apago. El hombre se levanto como si el mejor sueño de su vida hubiera acabado de suceder. Pero eso no fue nada, los hombres se sorprendieron de ver un nuevo firmamento con estrellas refulgentes y dos hermosas lunas, roja y blanca, levantarse por el oriente. Regresando a Krynn a sus días de esperanza, a sus días de gloria.
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Estaban locos de alegría, solo habían salido a acampar por sugerencia de Keira. Jarren no había bebido en toda la tarde y Valenae estaba callada desde que había recibido la visita de aquel ángel. Tenia un hermosa sonrisa en su esbelto rostro elfico y llevaba una bella túnica sobre su armadura y colgando su maza de batalla. Jarren había desempolvado su túnica azul y coloco en su cintura el hasta entonces inútil saquito de componentes mágicos. Y así viajaron todo el día bajando por el camino que conducía fuera de Noblitt, querían matar goblins o lo que fuera, querían viajar por el mundo y no iban a parar hasta celebrar el regreso de sus dioses.
Jarren caminaba firmemente al frente con un baston en su mano derecha, mientras repasaba los pases magicos con su otra mano. Se sentia algo tonto de haber perdido tanto tiempo y no haber guardado la esperanza de que la magia volveria. Tenia mucho por recuperar, se decia mentalmente. - Dejar pasar una oportunidad es demasiado facil para quien pierde la esperanza-.
Y así llego la noche y como el ángel había anunciado la luna mortecina no apareció, en su lugar, se elevaron tres lunas como el ritual de Jarren comprobó mas tarde. Y la elfa elevo sus plegarias y por fin, después de todos estos años fueron escuchadas.
Keira contemplo todo maravillada, sus sueños de vivir una vida mas allá de las imposiciones de los Armachnesti parecían mostrar una puerta por donde ser encontrados. Y sus amigos eran felices. Ahora habían tantos caminos que tomar y todos parecían probablemente prometedores. Una chica hábil, junto a un mago con poder arcano y un clérigo con una férrea fe en el poder divino. Eso eran ahora. Y así llego el amanecer.
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