Observando el amanecer en el linde del espeso bosque, es inevitable recordar la dulce y purpurea mezcla del azul oscuro del firmamento Qualinesti con las verdes hojas primaverales que refulgen en su ansia de vida; me es imposible olvidar "aquellos días que sin saberlo, fueron los mas hermosos de mi vida", la inocencia de lo puro, la emoción a lo nuevo, el temor sagrado a lo incomprensible... ¿Como olvidar o no añorar la mirada de los viejos con sus sabias leyendas y canciones, con sus cejas fruncidas al ver la alegria imprudente de la juventud? ¿la ceremonia al abandonar la niñez? ¿el primer beso o los primeros corazones conquistados con la armonia de Branchala
manipulando mi instrumento?.
Pero como al principio ocurre, solo sabemos que fuimos felices hasta
que vemos que las brisas y tempestades de la vida nos han cambiado...
que hemos aprendido. Asi que no. No puedo olvidar mi pasado, no puedo
ignorar lo que luego de tanto tiempo he aprendido a extrañar. Aunque
el mundo arcano haya colapsado y los mortales estemos alejados de los
dioses, yo recuerdo mi cuna, mi musica... nuestras ancestrales
tradiciones.
El camino me ha llevado lejos, me parece que al mirar hacia atrás este
serpentea como el rio cuando se aleja del abrigo de los oscuros pinos y
es paradójico que solo estando tan lejos me de cuenta que donde quiero
estar, es donde nací...
El camino ha hecho lo que el clima hace con las
hermosas rosas que cultivaba mi madre en su hermoso jardin, donde el
corazon respira paz, donde la luz se filtra por la variada vegetacion y
lo afable se esparce por los prados de nuestros pensamientos, como
hongos tras las lluvias; si, el camino hace lo mismo con nuestros corazones, los moldea con calores tenaces, los fortalece con lluvias a veces torrenciales, los bendice con noches frescas y criaturas que las
completan.